Una de las consecuencias más evidentes del cambio climático no es sólo un cambio en la cantidad de agua disponible en una región concreta, sino que los lugares y las estaciones en las que caen las lluvias están cambiando significativamente, lo que tiene un gran impacto en el almacenamiento y la captación de agua, a lo que no ayuda el hecho de que algunos de los mayores distritos mineros se encuentren en regiones muy secas con poblaciones locales y actividades agrícolas que compiten por un suministro limitado de agua.
Por otra parte, la transición energética requiere un aumento significativo de extracción de metales como níquel, cobalto, cobre, litio y metales de tierras raras. Las últimas previsiones sugieren que la producción mundial de cobre y níquel tendrá que aumentar entre un 40 y un 50% de aquí a 2030 para satisfacer la demanda.
Agua balance cero
A corto plazo, este aumento de la demanda supondrá la apertura y ampliación de minas a un nivel sin precedentes. La clave del éxito de estas operaciones mineras en muchas partes del mundo dependerá, por tanto, de cómo se planee utilizar y compartir el agua, y esta tendencia no dejará de crecer. Tendrán éxito aquellas empresas que puedan demostrar que son «conservacionistas del agua».
En la actualidad, la eficiencia hídrica no es una prioridad para la mayoría de la explotaciones mineras. Sin embargo, organizaciones como la Coalition for Minerals Efficiency (CEEC), que hace años desarrolló curvas energéticas para que las mineras pudieran evaluar su eficiencia energética, tienen ahora una iniciativa comparable para desarrollar curvas del agua (https://www.ceecthefuture.org/news/ceec-ramps-up-work-on-global-water-initiative-gwi).
Por ejemplo, en una planta concentradora el agua constituye una parte muy importante de los diagramas de flujo y los balances de masas de las operaciones. La clave está en la cantidad de agua que sale de operación y, por tanto, en la cantidad de agua nueva que se necesita para hacerla funcionar.
Una planta ideal que pudiera reciclar el 100% del agua que necesita podría ser «balance cero» de agua, y ése debería ser el objetivo final al que aspira la industria. El agua «balance cero» tiene unos costes implícitos, ya que exige limpiar el agua usada para poder reciclarla, en lugar de verterla al medio ambiente sin tratar y compensar la diferencia con agua nueva.
Nuevas fuentes de agua
En el caso de los metales, el problema es mayor, ya que los complejos procesos minero-metalúrgicos necesarios para obtenerlos requieren a menudo grandes cantidades de agua. Por ejemplo, la minería del cobre, principalmente durante las etapas de concentración -que incluyen trituración del mineral, seguida de flotación, clasificación y espesamiento- necesita aproximadamente 90 m3 de agua para producir una tonelada de cobre. En el caso del litio, como se encuentra en la mayoría de los casos disuelto en acuíferos de salmuera, el consumo de agua es todavía mayor, ya que se necesitan aproximadamente 2.000 m3 de agua para producir una tonelada de litio.Debido a esta ingente necesidad de agua, se han utilizado muchas formas de producir, suministrar y utilizar el agua de forma más económica para la minería en los lugares más remotos y áridos del planeta. En Chile, por ejemplo, se han construido grandes plantas que utilizan la desalinización por ósmosis inversa para producir miles de litros de agua dulce por segundo que mediante enormes infraestructuras, que incluyen instalaciones de bombeo, tuberías e instalaciones de almacenamiento de agua, llevan este agua a través de grandes distancias y por encima de grandes alturas. Estos proyectos exigen importantes inversiones de tiempo y dinero; y una planificación consciente que tenga en cuenta todas las consecuencias a largo plazo, y que garantice la conservación del frágil ecosistema de nuestro planeta.

Planta desalinizadora que abastecerá de agua la concentradora de cobre Spence de BHP en Chile. Tendrá una capacidad aproximada de 1.000 l/s de agua y requerirá 154 km de tubería desde la planta a la operación.
Reducción del consumo de agua
En la actualidad, se están desarrollando nuevas tecnologías para reducir el consumo de agua y reutilizarla de forma segura. Entre ellas se incluyen
Análisis por resonancia magnética (RM).
Se utilizan análisis por resonancia directamente en el sitio minero y en tiempo real para descartar el mineral de baja ley, lo que reduce significativamente los volúmenes de procesamiento innecesarios y, por tanto, los costes y el agua utilizada.
Sistemas de flotación de partículas más gruesas (CPF).
La flotación de partículas gruesas representa un cambio de paradigma que facilita una separación más eficiente usando menos energía y agua. Se han desarrolado ya diversas opciones de tecnologías de flotación que permiten que floten en la superficie gránulos dos o tres veces mayores de lo que era posible hasta ahora, lo que minimiza los requisitos de molendia.
Como resultado, el consumo de agua se reduce en más de un 20%. Además esta tecnología aumenta la tasa de recuperación, se reduce la energía necesaria para la molienda y el residuo es un material más seco que puede apilarse, lo que reduce la superficie necesaria para los estériles.